+ B A R T O L O M É
POR LA MISERICORDIA DE DIOS
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA – NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO
AL PLÉROMA DE LA IGLESIA,
QUE LA GRACIA Y LA PAZ
DE NUESTRO SALVADOR Y SEÑOR JESUCRISTO,
JUNTO CON NUESTRA ORACIÓN, LA BENDICIÓN Y EL PERDÓN SEAN CON TODOS
Honorabilísimos hermanos Jerarcas y benditos hijos en el Señor,
La gracia del Dios del amor nos hizo dignos una vez más, de entrar en el período del Triodion de compunción, benéfico para las almas, y alcanzar la Santa y Gran Cuaresma, etapa de luchas ascéticas, llena de dones superiores y del gozo de la crucifixión y resurrección. Durante este tiempo bendito se revela claramente la riqueza espiritual y el dinamismo de la vida de la iglesia y la referencia salvífica de todas sus manifestaciones.
Mucho nos ha enseñado ya el orgullo autojustificativo y sin salida del fariseo, el moralismo infértil y la dureza de corazón del hijo mayor de la parábola del hijo pródigo, la insensibilidad y la condenación de aquellos que se desinteresaron de los hambrientos, los sedientos, los extranjeros, los desnudos, los enfermos y los prisioneros , los “hermanos menores” del Juez. En todos nosotros se ha revelado el valor y el poder de la humildad y del arrepentimiento, del perdón y de la caridad, actitudes a cuyo cultivo la Iglesia nos llama enfáticamente durante el próximo período.
La Santa y Gran Cuaresma es un tiempo de bienvenida purificación y ejercicio espiritual, mental y físico, que se realiza, como hemos escuchado en el pasaje evangélico que acabamos de leer, a través del ayuno, que no está permitido observar “para ser visto por los hombres”, así como mediante el perdón hacia los hermanos: “Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros” [1]. Esto, además, lo confesamos cada día en la oración dominical con la frase “así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” [2].
Ayer, sábado de Tyrofagos, la Iglesia honró la memoria de los santos y santas que brillaron en la ascesis. Los santos no son sólo modelos de los creyentes en la buena lucha de la vida en Cristo y según Cristo, sino también compañeros, amigos y ayudantes en las penurias ascéticas del ayuno, el arrepentimiento y la humildad. No estamos solos en nuestros esfuerzos, pues tenemos a Dios que se complace y nos bendice, a los Santos y Mártires que nos asisten y, por encima de todo, la intercesión hacia el Señor de la Santísima Theotokos. La santidad es evidencia del poder de la gracia de Dios y de la sinergia del hombre, en la Iglesia, mediante la participación en los santos sacramentos y la observancia de los mandamientos divinos. No hay “piedad gratuita” ni “cristianismo fácil”, tampoco “puerta ancha” ni “camino espacioso” que conduzca al Reino de los cielos [3].
La Iglesia nos recuerda constantemente que la salvación no es un hecho individual, sino un acontecimiento eclesiástico, un ejercicio común. Durante la Santa y Gran Cuaresma, amparada por Dios, se revela la importancia decisiva para la vida espiritual de los fieles de la participación en la vida de la comunidad, en la familia cristiana y en la parroquia o, respectivamente, en la comunidad monástica. Deseamos exaltar la función de la familia cristiana como comunidad de vida para experimentar la espiritualidad de la Gran Cuaresma. Nuestro antecesor entre los Santos Juan el Crisóstomo, llamaba a la familia una “pequeña Iglesia”[4]. En efecto, en la familia se produce la eclesiastización de nuestra existencia, se desarrolla el sentido del carácter social y comunitario de la vida humana y de la vida en Cristo, se experimenta el amor, el respeto mutuo y la solidaridad, la vida y la alegría de la simbiosis como don divino. El esfuerzo común por implementar la regla eclesiástica y la moral del ayuno en el contexto de la familia pone de relieve el carácter carismático de la vida ascética y, más ampliamente, la certeza de que todas las cosas verdaderas, modestas y justas de nuestra vida vienen de arriba, que, a pesar de nuestra propia sinergia y contribución, al final superan lo humanamente posible y las medidas humanas. Por otro lado, la comunidad de vida, el amor hacia los otros que no busca su interés y el perdón no dejan lugar a exigencia de los derechos y la autocomplacencia. Una expresión de este espíritu de “libertad común” y de ascetismo eucarístico es la conexión inseparable del ayuno, la filantropía y la participación en la vida parroquial y litúrgica de la Iglesia. Experimentar el “clima cuaresmal” en la familia cristiana conduce a la profundidad de la verdad de la experiencia eclesiástica y es cuna y punto de partida del testimonio cristiano en la sociedad moderna secularizada.
Orad, hermanos e hijos, para que atravesemos todos la etapa de la Santa y Gran Cuaresma con celo divino en el ayuno y el arrepentimiento, en la oración y la compunción, haciendo las paces con nosotros mismos y con los demás, compartiendo la vida, mostrándonos “prójimos” de los necesitados de obras de filantropía, perdonándonos mutuamente y glorificando en todo el nombre celestial del Dios de misericordia, pidiéndole que nos conceda llegar con la mente purificada a la Semana Santa y Grande y adorar con gozo y exultar en Su gloriosa Resurrección.
Santa y Gran Cuaresma 2024
† Bartolomé de Constantinopla
Fervoroso suplicante por todos ante Dios
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1. Mateo 6, 14.
2. Mateo 6, 12.
3. Mateo. 7, 13-14.
4. Juan Crisóstomo, comentario a la Carta a los Efesios, PG 62, 143.
Léase en la iglesia el domingo de Tyrofagos, 17 de marzo, inmediatamente después del santo Evangelio.